Copia Exitosa
En Apocalipsis 7:12 encontramos una proclamación poderosa: "Diciendo: Amén. La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, la honra, el poder y la fortaleza sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén." Este versículo nos invita a reconocer que el agradecimiento es más que palabras: es una acción que transforma nuestras vidas. Cuando agradecemos, nos movemos en fe y obediencia, acercándonos más a Dios. La verdadera gratitud implica acciones concretas. Primera de Tesalonicenses 5:18 nos recuerda: "Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús." No se trata solo de agradecer por las bendiciones recibidas, sino también por las que no han llegado todavía. Es tiempo de reflexionar sobre nuestras acciones: ¿Estoy adorando a Dios con mi vida? ¿Mis decisiones reflejan mi gratitud a Él? El agradecimiento va más allá de las palabras y se manifiesta en nuestras acciones: levantar las manos, abrir la boca en adoración, orar, servir, y vivir una vida conforme a Su Palabra. Jesús nos mostró este principio con los diez leprosos (Lucas 17:11-19). Aunque todos fueron sanados, solo uno regresó para dar gracias. Su acción fue postrarse a los pies de Jesús en gratitud. Esta historia nos enseña que cuando reconocemos nuestras bendiciones y actuamos en consecuencia, Dios nos da más que un milagro físico: nos da salvación y restauración completa. Es tiempo de cambiar Para ver el milagro que anhelamos, necesitamos: Dejar lo malo: renunciar a las actitudes, hábitos o caminos que nos alejan de Dios. Obedecer con fe: así como los leprosos que obedecieron a Jesús y encontraron sanidad. Agradecer con acciones: expresar gratitud no solo con palabras, sino con una vida que glorifique a Dios. Dios busca adoradores en espíritu y en verdad, personas que no solo hablen de amor y gratitud, sino que vivan de acuerdo con Su voluntad. El cambio comienza cuando decidimos movernos en obediencia, dejando atrás lo que nos ata, y avanzamos hacia lo que Dios ha preparado para nosotros.
Predicacion sobre ensenanza: En Apocalipsis 7:12 encontramos una proclamación poderosa: "Diciendo: Amén. La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, la honra, el poder y la fortaleza sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén." Este versículo nos invita a reconocer que el agradecimiento es más que palabras: es una acción que transforma nuestras vidas. Cuando agradecemos, nos movemos en fe y obediencia, acercándonos más a Dios. La verdadera gratitud implica acciones concretas. Primera de Tesalonicenses 5:18 nos recuerda: "Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús." No se trata solo de agradecer por las bendiciones recibidas, sino también por las que no han llegado todavía. Es tiempo de reflexionar sobre nuestras acciones: ¿Estoy adorando a Dios con mi vida? ¿Mis decisiones reflejan mi gratitud a Él? El agradecimiento va más allá de las palabras y se manifiesta en nuestras acciones: levantar las manos, abrir la boca en adoración, orar, servir, y vivir una vida conforme a Su Palabra. Jesús nos mostró este principio con los diez leprosos (Lucas 17:11-19). Aunque todos fueron sanados, solo uno regresó para dar gracias. Su acción fue postrarse a los pies de Jesús en gratitud. Esta historia nos enseña que cuando reconocemos nuestras bendiciones y actuamos en consecuencia, Dios nos da más que un milagro físico: nos da salvación y restauración completa. Es tiempo de cambiar Para ver el milagro que anhelamos, necesitamos: Dejar lo malo: renunciar a las actitudes, hábitos o caminos que nos alejan de Dios. Obedecer con fe: así como los leprosos que obedecieron a Jesús y encontraron sanidad. Agradecer con acciones: expresar gratitud no solo con palabras, sino con una vida que glorifique a Dios. Dios busca adoradores en espíritu y en verdad, personas que no solo hablen de amor y gratitud, sino que vivan de acuerdo con Su voluntad. El cambio comienza cuando decidimos movernos en obediencia, dejando atrás lo que nos ata, y avanzamos hacia lo que Dios ha preparado para nosotros.