IsaíasBuscar
64Buscar
capitulo anterior
capitulo anterior
Coincidencias: 0 Cerrar X
GénesisÉxodoLevíticoNúmerosDeuteronomioJosuéJuecesRut1 Samuel2 Samuel1 Reyes2 Reyes1 Crónicas2 CrónicasEsdrasNehemíasEsterJobSalmosProverbiosEclesiastésCantaresIsaíasJeremíasLamentacionesEzequielDanielOseasJoelAmósAbdíasJonásMiqueasNahumHabacucSofoníasHageoZacaríasMalaquíasMateoMarcosLucasJuanHechosRomanos1 Corintios2 CorintiosGálatasEfesiosFilipensesColosenses1 Tesalonicenses2 Tesalonicenses1 Timoteo2 TimoteoTitoFilemónHebreosSantiago1 Pedro2 Pedro1 Juan2 Juan3 JuanJudasApocalipsis
123456789101112131415161718192021222324252627282930313233343536373839404142434445464748495051525354555657585960616263646566

Isaías 64 - 6

1. ¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes,

2. como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia!

3. Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti.

4. Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera.

5. Saliste al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de ti en tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos?

6. Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

7. Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.

8. Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros.

9. No te enojes sobremanera, Jehová, ni tengas perpetua memoria de la iniquidad; he aquí, mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros.

10. Tus santas ciudades están desiertas, Sion es un desierto, Jerusalén una soledad.

11. La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria, en la cual te alabaron nuestros padres, fue consumida al fuego; y todas nuestras cosas preciosas han sido destruidas.

12. ¿Te estarás quieto, oh Jehová, sobre estas cosas? ¿Callarás, y nos afligirás sobremanera?

capitulo anterior
capitulo anterior
Compartir

Copia Exitosa

ImagenesVer mas

LecturasVer mas

MusicaVer mas